La escena veracruzana

Presupuesto 2019: cambios de fondo

MARCO MEDINA PÉREZ

Escribo estas líneas en un momento histórico en que se libra una batalla más por la defensa de la soberanía nacional y contra el embate de los huachicoleros. Es una más de las muchas que ha tenido que enfrentar el nuevo régimen desde antes de tomar posesión.

A las resistencias del capital nacional para eliminar el proyecto faraónico y dispendioso del aeropuerto en Texcoco, la tenacidad de diversos funcionarios de alto nivel para defender sus estratosféricos sueldos, el ímpetu con el que la derecha y organizaciones corporativas quisieron imponer sus prebendas presupuestales, se suma ahora el boicot de las organizaciones delictivas de dentro y de fuera que operaban en Pemex para ordeñar los oleoductos.

Poner orden en una nación como México que por décadas ha sido saqueada y maltratada por sus gobernantes no es nada fácil. Sin embargo, el gobierno de López Obrador está empeñado en esto y los mexicanos no podemos hacer otra cosa más que apoyarlo puesto que ahí se encuentra el futuro de nuestra patria y de las generaciones por venir.

En el proceso de aprobación del llamado paquete económico se vivió un sinnúmero de presiones y resistencias de los que estaban acostumbrados a servirse del presupuesto y a definir los moldes de la actuación gubernamental. Por décadas el diseño presupuestal era el mismo, se proponía un presupuesto inercial de cerca del 95 por ciento y sólo se dejaba un porcentaje mínimo para inversiones. Además, siempre se proyectaban a la baja los ingresos de tal manera que los que llegaran de más, que siempre ocurría, ya no estaban contemplados en el presupuesto aprobado, lo que dejaba manos libres al gobierno en turno para definir su destino.

Año con año aumentaba el gasto corriente, año con año la inversión pública bajaba y se dejaban a su suerte las empresas del estado, PEMEX y la CFE fundamentalmente, lo que llevó a éstas a la ruina en que las encontramos actualmente. Año con año, además de disponer de recursos adicionales por la previsión a la baja de los ingresos, se contrataba más deuda pública. Y año con año, además de disponer de menores recursos para apoyar a la gente y a las empresas productivas, se aprobaban programas sociales ineficientes para salir de la pobreza, que además eran clientelares y electoreros.

Cada año los diputados disponían de cerca de 40 mil millones de pesos para “apoyar” a sus gobernadores o presidentes municipales. Con ello se lograba el respaldo de todos para aprobar lo de siempre. Eran los llamados moches de 20 millones de pesos por diputado, que disponían a discreción y que se iban realmente al caño de la corrupción, menos a apoyar a las municipalidades. Además, por su propia naturaleza, estos recursos eran tan solo una salpicadita a las necesidades reales de la gente, en vez de proyectos auténticos para sacar a los poblados de la marginación.

Todo eso se modificó sustancialmente en el proyecto de presupuesto aprobado por los diputados. Hubo una legión de gobernadores, ediles, cabilderos, para tratar de sacar cada quien su tajada. Pero finalmente se vencieron las inercias del pasado y se dio paso a un proyecto con una nueva orientación, la del proyecto alternativo de nación por el que votó la mayoría de la población el 1 de julio.

En la próxima entrega detallaré aún más lo nuevo del presupuesto aprobado. En tanto esto ocurre, este articulista les desea un feliz y próspero año, en donde veremos más batallas por la transformación a fondo de la vida pública en el país.

Marco Antonio Medina Pérez

marco.a.medinaperez@gmail.com

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