“¿Mami, cuánto vale mi vida?”, preguntó Carlitos antes de ser asesinado

*Su madre narra la última conversación que tuvo con el menor de 13 años, secuestrado y asesinado en Xalapa

Xalapa, Ver.- “Mami, ¿cuánto vale mi vida?”, preguntó Carlitos agitado desde el teléfono. La inocencia de un niño de 13 años ignoraba -quizá- que esa llamada era el ultimátum de sus secuestradores; que horas después sería asfixiado con una bolsa de plástico porque su familia no pudo pagar a tiempo por su rescate. Porque no hubo dinero.

El último recuerdo con vida de Carlos Arturo N.V., es del lunes 24 de junio, cuando despidió a Rosa -su madre- en la puerta donde ella se gana la vida como trabajadora doméstica. “Te quiero mucho, ma”, dijo con su voz ronca y colocó sus audífonos blancos para marcharse dando saltos a su escuela, la secundaria Jesús Reyes Heroles, en Xalapa.

Carlitos –como aun lo llaman sus familiares y amigos- vestía pantalón color gris, camisa blanca tipo polo y zapatos escolares negros “bien lustrados”, como Rosa lo enseñó. Esa noche él saldría a las 19:40 horas y en su casa lo esperaría su madre con un chocolate caliente y dos piezas de pan -un volcán y una concha de vainilla.

Como pocas veces –cuenta la madre-, Carlitos no aparecía dando gritos por la casa donde su ellos rentan. La angustia invadió a Rosa cuando dieron las 23:00 horas. “¿Le habrá pasado algo malo”, pensó Rosa, sin saber que 20 minutos más tarde su vida cambiaría con una llamada.

Carlitos estaba secuestrado

“¿Valoras la vida de tu hijo?, vas a depositar 100 mil pesos”

A las 23:20 horas, Carlos llamó al teléfono de la amiga de su madre. “¿Está mi mamá?, ¡pásenme a mi mamá!”, solicitó. Rosa escuchó su voz angustiada. ¿Mami, cuánto vale mi vida?, “¿Por qué, mi amor?, ¿Dónde estás? y luego una voz gruesa tomó el rumbo de la negociación.

“¿Valoras la vida de tu hijo?, vas a depositar 100 mil pesos mañana si quieres volver a verlo”. Rosa apenas contaba con 150 pesos que obtuvo limpiando pisos y ventanas. En unas 16 horas, y con ayuda de conocidos, reunió 1 mil 200 pesos. “Me marcaron a las 7 de la mañana y les dije que no tenía más. Es que de verdad no tenía más”, se lamenta la mujer aun con su mirada fija en un mundo alterno.

De acuerdo con información de la Fiscalía General del Estado (FGE), la noche del 24 de junio, Carlos fue llevado con engaños desde la Escuela Secundaria General #6, ubicada en la colonia Progreso Macuiltépetl, hasta la parada de autobuses de la calle Villahermosa, en la misma colonia.

En ese sitio, probablemente Lorenzo “N” y Joaquín “N” privaron de su libertad al menor, para posteriormente llevarlo a un lugar conocido como “Cerro del estropajo”, ubicado a unos metros de la terminal de autobuses Jaramillo, cerca de un tanque de agua.

En ese lugar, el chico de 13 años de edad, estuvo cautivo al menos cuatro días. “Le quitaron su uniforme y me lo dejaron en pura ropita interior. Nunca pensé que a nosotros nos tocaría vivir algo así”, maldice la madre.

La impaciencia de los secuestradores provocó que el rescate se fijara en 5 mil pesos. Ellos, aseguraron, enviarían a Carlos en un taxi hasta su casa. Era mentira. Rosa entregó en tres partes la cantidad exigida, dos depósitos los hizo desde un banco a la cuenta de una persona ya finada, confirmaron autoridades a la madre.

El tercer pago por 2 mil pesos lo entregaría Rosa en un sobre de color amarillo en un predio ubicado en el municipio de Teocelo, a unos 25 kilómetros de Xalapa, capital de Veracruz. Los dos secuestradores fueron detenidos en operativos distintos; uno de ellos confesó, que parte del pago del secuestro, lo ocuparía para una “deuda por drogas”.

“Señora, encontramos dos cuerpos”

Rosa cumplió con los protocolos de una desaparición. El 24 de junio dio parte a las autoridades sobre la desaparición de Carlitos y su fotografía fue boletinada en ministerios públicos, hospitales y servicios médicos forenses. El 25 de junio interpuso una denuncia ante la Unidad Especializada en Combate al Secuestro (UECS) y se inició la carpeta de investigación 3920/2019.

Pasaron cuatro días sin respuestas. “Fueron las horas más largas de mi vida, llenas de angustia”, describe la madre. Las autoridades veracruzanas tuvieron 96 horas para resolver el plagio que no lleva las huellas de la delincuencia organizada.

En dos operativos distintos la Unidad Antisecuestros –recién nombrada por el Fiscal General Jorge Winckler como la mejor del país- habían capturado a dos presuntos responsables; del paradero de Carlitos no había nada. Fracasaron.

El 27 de junio, una llamada sacudió el cuerpo de Rosa. “Me dijeron que habían aparecido dos cuerpos. Yo fui al SEMEFO, como a las 13:00 horas y reconocí el cuerpo de mi hijo. Nunca me esperaba que me lo mataran. Mi vida se vino para abajo, fue un dolor fuerte. Lo asfixiaron con una bolsa de plástico. Me lo dejaron con pura ropa interior, en una bolsa negra, semienterrado en una fosa”, recuerda consternada. 

Carlitos nunca volvió a casa para probar su chocolate caliente y sus piezas de pan que más disfrutaba. Su crimen significó el número 16 donde una víctima de secuestro es asesinada, pese a que las familias pagan por su rescate, según el Fiscal Jorge Winckler. A Rosa le ganó el tiempo y la pobreza.

Veracruz ocupa el primer lugar nacional en secuestros, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SSP). Entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 2019 han sido interpuestas 160 denuncias por este delito.

El sueño de Carlitos, comprar una casa a su mamá cuando fuera grande

En el barrio donde creció Carlitos, lo recuerdan como un chico callado, acomedido y juguetón. A sus 13 años, la única malicia que había en él la demostraba levantando los hombros cuando su madre lo mandaba a la tienda por tortillas, verduras o pollo. 

Más información en: http://www.m.e-veracruz.mx/nota/2019-07-07/xalapa/mami-cuanto-vale-mi-vida-pregunto-carlitos-antes-de-ser-asesinado

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