OPINION // DRA. CLAUDIA VIVEROS LORENZO// SIN MEDIAS TINTAS.
Lo que pasó en Culiacán fue terrible y a estado en la boca de todos, desde que ocurrió el hecho. Todos (obvio) opinamos, lo dramático es que nos encanta hacerlo a la ligera o como borreguitos, dependiendo de lo que veamos en las redes, que por desgracia en su mayoría es información barata y encauzada a manejar la opinión pública al antojo de unos cuantos.
No sé si lo que pasa en México se dé en otros países del mundo. Lo que sí, es que en nuestro territorio vivimos un fenómeno muy interesante: tenemos al ejército, defendiendo al pueblo del mismo pueblo. Algo está muy mal.
Las fuerzas armadas, están para defender la soberanía de nuestra patria y estar atentos ante cualquier ataque del extranjero. Pero no, las han mandado a la calle a poner orden, un orden que buscamos desde fuera, pero que no entendemos que debemos llevar a cabo desde dentro.
Eso sí, nos burlamos de la buena voluntad y la postura humanista del Presidente, por que es lo más fácil. Por favor no se confunda, no estoy defendiendo a nadie ni adoptando posturas, estoy simplemente siendo clara ante el hecho, el real. Vivimos una tremenda crisis de valores que nos han llevado a este nivel de violencia, narcotráfico y vandalismo. Cada vez es más corta la edad en la que son reclutados niños de bajos recursos en las filas del crimen organizado, que aprovecha la falta de amor, de educación, de preocupación y observación a las generaciones que estamos trayendo al mundo y que se encuentran completamente desorientadas. Que no reciben desde casa los parámetros adecuados para poder discernir entre lo bueno y lo malo. No saben tener límites. Nadie les enseña.
El Señor Guzmán defendió a su hijo Ovidio como todos deberíamos estar defendiendo a los nuestros. Cuando digo esto, por favor no lo vaya a tomar literal, entienda el mensaje. Este hombre desencadenó un tremendo hecho por “salvar” (porqué es una realidad que este hombre lo ve de esa manera) a su hijito. No pretendo que ande con una metralleta disparando a todo aquel que se meta con sus descendientes, sería una locura. Lo que sí, es que cuide de la misma forma. Si estuviéramos protegiendo e interesados en el bienestar de los nuestros como Don Joaquín con su retoño, pues definitivamente estas cosas no pasarían. Defendamos con la misma garra. No con balas, sino con tiempo, con cuidado, inculcando respeto, sacrificio, amor al prójimo y así mismo, buenos hábitos, cuidando, cuidando, cuidando.
Nadie anda exponiendo su vida a la ligera. No creo que quienes anden en “malos pasos” lo hagan con la consciencia de sus actos, y es que, cómo hacerlo, si nadie les ha hablado sobre moral, ética, buenas costumbres, el deber ser, el amor (sí, ya sé que repito mucho la palabrita, pero es necesario y nadie quiere hablar de eso).
De todo esto me quedo con la lección de protección que nos dio Don Joaquín al defender con uñas y dientes a Ovidio. Tómela desde el ángulo positivo y llevémosla a un sentido correcto. Defendamos lo que más queremos. Nuestros hijos necesitan cuidado. El orden viene de casa. No es un chiste, cuando López Obrador, parafrasea diciendo que a los malos los va a acusar con su mamá y abuelos. Es una exhortación completamente valida. Es un grito de auxilio porque la crisis moral no la va a resolver el estado. Esa nos toca a cada uno de nosotros repararla y encaminarla a una transformación que nos haga volver a tener esa paz que tanto estamos anhelando y sobre todo, que nos merecemos.