Por Ángel Álvaro Peña
Los estudiantes en México deben tener mucho cuidado para no caer en la provocación de los infiltrados, pero, al mismo tiempo, en no dejarse manipular por quienes quieren ver en la educación la mejor manera de otorgarle a la derecha el monopolio de la educación.
Pareciera que ahora la protesta no se centra en las demandas propias de los estudiantes sino en una mano oculta que mueve los hilos de algunos de los movimientos sociales y que tienen en la exigencia de respeto una expresión que debieron denunciar desde hace años.
Por un lado, los estudiantes saben que en este sexenio sus expresiones de protesta no serán reprimidas por radicales que sean o por violentas que se realicen. Ante esta situación la infiltración de otras fuerzas hace que las denuncias legítimas se vuelvan un ejercicio de combate contra la educación pública.
En Puebla, a pesar de que los manifestantes eran alumnos de escuelas y universidades privadas, el gobernador de la entidad, Miguel Barbosa Huerta, los recibió. La consigna de algunos de los inconformes era no permitir que el Gobernador hablara, pero se impuso el diálogo ante la persistencia del funcionario de hacer de la seguridad un trabajo de todos y una responsabilidad común.
Los más aparentemente indignados eran los de la universidad Lasalle y la Universidad de las Américas, quienes insistían en que eran más de 150 mil los manifestantes en las calles, cuando en realidad no superaban los 30 mil, cuando en una protesta de jóvenes lo importante es atenderlos. No importa si eran 10 o 10 mil.
Los medios electrónicos ponderaron la cifra de manifestantes en Puebla, pero nunca mostraron imágenes de la multitud de la que hablaban. Los medios en este tipo de protestas han cambiado mucho. Anteriormente de las manifestaciones sólo informaban que hacían un caos del tránsito en las calles, ahora hasta entrevistan a los inconformes y dan detalles de los motivos de la protesta. Un cambio radical tratándose de la manera de informar acerca de la inconformidad social en las calles, real o ficticia.
Pero aquí debe tomarse muy en cuenta la preocupación de los muchachos por ser muchos más de lo que eran. De hecho, la protesta por la seguridad pasó a segundo término. A pesar de esto, el gobernador morenista los atendió y dialogó con ellos para conformar mesas de trabajo.
Otro gobernador, también morenista, que no resistió la protesta social fue el de Veracruz, a pesar de que lo fueron a buscar hasta el palacio de gobierno. Los muchachos veracruzanos contagiados del entusiasmo que parecían tener los universitarios poblanos siguieron la línea sin mayor reparo, y se fueron a las calles en un contagio o en una manipulación que deberá ser investigada para precisar responsabilidades.
Cientos de estudiantes de la Universidad Veracruzana exigieron un alto a la violencia y se solidarizaron con sus compañeros de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, pero en Puebla los estudiantes de estas universidades eran muy pocos. La escasa presencia de estudiantes de las universidades agredidas debe interpretarse de formas muy profundas; sin embargo, oficialmente, la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, celebró la protesta universitaria y la solidaridad con la BUAP.
Debe hacerse notar que, a pesar de estas diferencias, de las dudas sobre el impulso a las manifestaciones de los estudiantes, se hace evidente la vocación política del gobernador de Puebla, quien a pesar de padecer un mal que le impide movilizarse normalmente, salió a dialogar con los estudiantes; en cambio, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, se negó a establecer cualquier tipo de relación con los estudiantes de la Universidad Veracruzana, seguramente porque su vocación es la de ingeniero y nada tiene que ver con el conocimiento humanista que exige en todo servidor púbico atender los problemas de su comunidad.
Tampoco debe entenderse que los estudiantes son menores de edad intelectualmente, ellos saben cómo y por qué protestan. No son fáciles de manipular, son los que poseen el conocimiento universal, de ahí que sus escuelas sean universidades; sin embargo, las corrientes políticas están muy turbias, su ambigüedad y su resentimiento obliga a los conservadores a moverse en las arenas movedizas de la infiltración y de la apuesta al deterioro del actual gobierno.
A la derecha no le importa gastar millones de pesos en deteriorar la imagen del actual gobierno, y con la cortina de humo que representa el dinero en la política puede mover a confusión a más de un movimiento social legítimo.
PEGA Y CORRE. – Es muy sintomático el hecho de que mientras se discutía la normatividad del outsourcing en el pleno del Senado, alguien saliera corriendo, interrumpiendo en la sesión, informando que se encontraron aparatos de espionaje en las lámparas de la sala de juntas del PAN. Como se ha dicho en muchos medios, el PAN es el partido político más previsible, sus estrategias se adivinan porque son muy reiterativas y su discurso sólo se mueve en el círculo vicioso de su nostalgia por el pasado. Pero era necesario hacer algo para detener la discusión parlamentaria sobre un sistema de explotación de los trabajadores que beneficia no sólo a los militantes de ese partido sino a sus patrocinadores. Con esas artimañas el PAN sólo muestra sus intereses y su vocación por la trampa política… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.