Por Ángel Álvaro Peña
La saturación de colores de los partidos no refleja su oferta política. Hay unos muy parecidos a otros y unos pocos con ideas claras a los que no les faltan satélites que vuelan alrededor suyo para conservar el registro.
Ante esta situación, colocar a un partido político más en un escenario partidista que no se caracteriza precisamente por la pluralidad de la oferta política, es como regalar el dinero a organizaciones de oportunismo que no son prioridad en este momento.
El presupuesto para la política se convierte en estos momentos en un verdadero despilfarro, sobre todo cuando la miseria producida por decenas de años de gobiernos corruptos afecta a millones de mexicanos y la pandemia hunde a la economía de todos los países del mundo en una crisis que tardará varias décadas en superarse.
Escenario difícil sin duda, tanto que debieron suspenderse en México la adopción de un partido político más sumado a carentes alternativas ideológicas y no siempre plegados a los lineamientos de la política nacional.
La llegada de un nuevo partido político, Encuentro Solidario, en el país, representa un exceso, el dinero que recibirá el nuevo partido -que de nuevo nada tiene, ya que es una especie de reencarnación de uno anterior, exactamente con la misma propuesta política- debió destinarse a fines más nobles. Sobre todo, ahora que son precisamente los partidos políticos los que se niegan a dar el 50 por ciento de sus prerrogativas, pero exigen que se disminuyan los impuestos. Para qué reciclar partidos si ya vieron que la población les da la espalda a sus propuestas políticas.
La lectura que debe darse a nuestro sistema de partidos es la inmediata imposición de austeridad en estos lujos que no conducen a ninguna parte y menos aún a la consolidación de una democracia que pone en peligro la propia autoridad electoral, que ha dado muestras de parcialidad y falta de profesionalismo.
Porque en ningún país del mundo los encargados de coordinar las elecciones tienen el protagonismo que en México alcanzan sólo para desgastar a partidos y funcionarios públicos. Su excesiva participación en los medios los hace, por sí mismos, irresponsables ante la dedicación que deben tener en su responsabilidad, es decir, prefieren hacer declaraciones que ponerse a trabajar y eso que sus salarios rebasan, por mucho, el salario permitido a la administración pública en tiempos de austeridad. No sólo debe reducirse el número de partidos que no ofrecen alternativas políticas y sólo se dedican a vivir del prepuesto parasitando a partidos grandes, sino que también deberá modificarse la ley para tener menos representantes en el Congreso.
La historia de los partidos satélites no es nueva, podemos recordar a lamentables ejemplos que no representaban a nadie, y sólo se movían de un lado a otro para conservarse viviendo del presupuesto. Debe recordarse la triste historia del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el partido Popular Socialista, el Partido Demócrata de México, Partido Revolucionario de los Trabajadores, Partido del Centro Democrático, entre otros muchos. Sólo gastaron el dinero de los mexicanos y se desintegraron, como debería desaparecer más de un partido que ahora ronda alrededor de otros sólo para conservar la tradición familiar de vivir del presupuesto.
En Estados Unidos, por ejemplo, son más entidades federativas, más habitantes, menos partidos, sólo dos, pero tienen más congresistas que México. El exceso de diputados y senadores si bien no representan un gasto serio sí otorga al presupuesto coartadas y vericuetos donde el desvío de recursos puede velarse, disimularse o simplemente concretarse.
Son muchos diputados, la representación proporcional se creó para darle un lugar, voz y voto a una oposición que prácticamente no existía, ahora que los mexicanos tienen más partidos políticos de los que debería, los diputados y senadores por el sistema de representación proporcional, sobran.
Lo que falta es dinero y lo que sobra son partidos, diputados y senadores. Esto parecería no quedarle claro a quienes se protegen unos a otros, porque en las generaciones de legisladores de representación proporcional los partidos introducen a sus cuadros con mayor experiencia en el debate parlamentario, de tal suerte que no los arriesgan a hacer campaña o a ser votados directamente por la población, porque en esas listas parecen los indispensables. Indispensables para los partidos políticos, por quienes nadie vota, y si nadie vota por ellos no tienen derecho a una curul.
La autoridad electoral debería realizar un estudio serio al respecto en lugar de estar ofreciendo conferencias a los cuatro vientos para aparecer en los medios. Es necesario que esa autoridad electoral se tome más en serio su trabajo. No basta con reunirse, de vez en vez, en la sala de juntas, para darle vida a un Consejo General en el que nadie cree.
La sobrerrepresentación de partidos y legisladores en México no es congruente con las condiciones económicas de un país que debiendo estar en franca recuperación hunde más su economía en busca de una democracia que parece no encontrará pronto. PEGA Y CORRE. – La mortandad de trabajadores de Pemex se convierte en un verdadero escándalo y nadie hace nada siquiera por conocer la causa de tanto deceso por Covid-19. De no hacerlo se tratará de una negligencia que raya en el homicidio… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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