Por Ángel Álvaro Peña
Como en el concurso de reina por un día, así el PRI se sintió la tercera fuerza electoral por unas horas, aunque en su conciencia está la verdadera situación de su partido. La pelea por la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados mostró el lado oscuro de un PRI que quiere asomar la cabeza del fango en el que lo sumieron los excesos de sus militantes en el poder.
En realidad es muy triste para el PRI pasar a ser la cuarta fuerza electoral luego de haber gobernado casi un siglo el país. Triste pero lógico, sobre todo si se toma en cuenta la manera en que gobernó y los excesos de sus hombres y mujeres en el ejercicio del poder.
Lo demás es sólo vanidad, porque las ventajas de tener al presidente de la Mesa Directiva no les otorgan votos ni credibilidad a los partidos, y esto disminuye conforme se acaba el culto a la personalidad que imperaba durante los gobiernos del pasado. Es decir, tener a un militante en la Mesa Directiva terminará por convertirse en un mero trámite burocrático, lo que pelea el PRI es el reconocimiento de ser la tercera fuerza electoral y no la cuarta, como en realidad lo es.
El PRI pidió prestados 4 diputados por 15 minutos para que se le considerara la tercera fuerza y tener a alguien de sus legisladores al frente de la Mesa Directiva, donde no es fácil estar, y menos aún hacer un buen papel, menos en estos tiempos.
La ventaja para el Congreso mexicano es que habrá alguien en la Mesa Directiva que busque la conciliación ante la imposibilidad de que haya armonía legislativa en estos momentos. Pero el hecho de que el PRI sea reconocido como tercera fuerza es una falacia.
Una de las razones por las que quiere ser reconoció el PRI consiste en abrir, de nuevo, la posibilidad de crear una alianza electoral con el PAN, de tal suerte que sean la segunda y la tercera fuerza electoral las que se unan contra Morena en 2021, claro, con la inevitable participación de partidos satélites.
La presencia de Dulce María Sauri en la Mesa Directiva garantiza tranquilidad legislativa ante la posibilidad de que fuera Fernández Noroña el presidente de dicha mesa; sin embargo, la fuerza electoral no la determina el voto de los diputados sino de la población, y esto debe quedarle muy claro a todos.
La necesidad de aliarse los hace competitivos, el PRI, como cuarta fuerza electoral, y el PAN, como un partido que está regalando su militancia a México Libre, requiere de la unidad en los comicios. Es decir, lo que viene a hacer el partido de Felipe Calderón, México Libre, es desgastar esa alianza a la que nunca será invitado.
El desgaste del PAN, con un liderazgo de pantomima, lo convierte en un partido en extinción que aún no sabe qué lugar ocupa en las fuerzas electorales, porque sólo ha hecho trabajo de destrucción del contrincante y no ha intentado cerrar las heridas que la derrota les impuso.
En realidad, el PAN y el PRI tendrán una dura batalla en algunos estados, pero no para ganar sino para conservar su registro. No han trabajado ni con ellos mismos para reactivar su influencia social ni su fuerza política, se la han pasado tratando de desgastar al poder y han descuidado a la población y sus necesidades, que no son pocas.
Anteriormente la población pensaba que más valía malo conocido que bueno por conocer, pero el malo conocido rebasó todos sus límites y ahora la gente no quiere ver hacia el pasado, porque es como desandar los caminos que ofrecen los cambios y al no tener miedo al futuro, simplemente darán la espalda a los partidos del pasado.
La población se adapta a los cambios sorprendentemente, nadie puede negarlo, mientras otros partidos, sobre todo en la oposición, se aferran al pasado y en la nostalgia por sus privilegios tratan de imprimir miedo sobre el futuro.
Se la pasan haciendo predicciones como si fuesen adivinos y así hablan de desastres económicos en unos meses, de desaparición de empleos, de pobreza extrema, de falta de servicios de salud, todo lo que ellos provocaron ahora lo muestran como un peligro a futuro, cuando en realidad son los problemas del pasado.
Intentan que la gente vea los muertos por la pandemia como los únicos que mueren en el mundo, como si el coronavirus sólo fuera un problema de México, y lo que en realidad hacen es utilizar una pandemia mundial como un problema nacional, porque la visión política sólo les alcanza para ver los problemas de manera parcial, de ahí que consideren que aparentar ser la tercera fuerza electoral los convertirá en eso, en un partido de tercera.
El PRI no puede ver al futuro sin ofrecer disculpas a la población, por el pasado.
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