Por ÁNGEL ALVARO PEÑA
Los panistas son una generación de gringos nacidos en México para su desgracia y los perredistas sus fieles seguidores. Así lo mostraron ante el rechazo que el resto de los partidos políticos hicieron ante las declaraciones del senador republicano Ted Cruz.
Los grupos parlamentarios de Morena, PRI, PT, PVEM y MC en la Cámara de Diputados, rechazaron de manera contundente las declaraciones del senador republicano Ted Cruz, y se manifestaron, a través de una declaración en el Pleno del Salón de Sesiones, contra “cualquier tipo de intervencionismo al Estado mexicano”; sin embargo, en el PAN no sólo aceptan esta injerencia sino que le otorgan aun senador, que no está afiliado al partido en el poder, la posición de todo el Congreso del vecino país del norte.
Abiertamente se les invitó a los panistas y a los perredistas a rechazar las declaraciones intervencionistas, pero sabían que al protestar por las palabras de Ken Cruz, en primer lugar se quedarían sin argumentos y se contradicen ante su entrega a la política estadounidense o cualquiera que esté contra cualquiera de las disposiciones del actual gobierno mexicano.
En la tarde del marte Xóchitl Gálvez envió, por internet, una demanda ante la Security Exchange Commission, contra el hijo del Presidente de la República José Ramón López, para que se investigara un posible conflicto de intereses.
Esto no quiere decir que investiguen porque tienen que validar mucho de lo que coloca la senadora como pruebas.
Lo cual muestra la dependencia de la opinión de los estadunidenses en la política mexicana.
Para los panistas de todos los niveles es muy importante la opinión de los gringos, sin importar que tengan razón o que violenten la soberanía de México.
Los partidos que protestaron ampliaron su demanda contra “aquellas intromisiones que, con apariencia de apoyo a la democracia, los derechos y el progreso, se hacen para intervenir en la soberanía de México”.
Intromisiones de las que la oposición y los partidos PAN y PRD han sido cómplices y han fortalecido, como la relación del PAN con asociaciones como Mexicanos Contra la Corrupción que recibe, por lo menos, 27 millones de dólares al año, para su sostenimiento.
“Dichas intromisiones se alejan del trabajo a favor de una agenda común para atender los problemas a nivel regional, entre ellos, la seguridad, la migración, la protección de las libertades de la población y de los periodistas”, aseguraron más de 420 diputados de casi todas las fuerzas políticas de México.
Hace unas horas la muy frágil bancada del PRD se vio afectada por una baja más, al de la diputada Rocío Banquells, quien se fue a Movimiento Ciudadano por no coincidir con decisiones de la cúpula perredista.
La protesta no es un apoyo al Presidente de la República sino una defensa a la soberanía nacional; sin embargo, la manera tan especial que tienen los panistas y los pocos perredistas en la Cámara lo interpretan como una manera de defender la política de López Obrador.
La manera tradicional de ver todo en blanco y negro de los panistas se comprueba una vez más que no quieren gobernar sino desgastar. A ellos no les interesa la soberanía sino los negocios, sus gobiernos lo han mostrado al sentar en la silla presidencial a un gerente de la Coca-Cola, y al actual asesor de Iberdrola.
PEGA Y CORRE.- Esto antes ni sucedía, en el caso de la investigación contra el hermano del Presidente, Pío López Obrador, el pleno de la Suprema Corte Justicia de la Nación consideró que la ministra Loretta Ortiz, está impedida para resolver la controversia con la que la Fiscalía General de la República, por estar casada con José Agustín Ortiz Pinchetti quien encabeza la Fiscalía Especializada en materia de Delitos Electorales, encargada del caso. Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.