Por: Ángel Álvaro Peña
Las urnas electrónicas han mostrado su falta de credibilidad, su inexactitud y en los países donde se ha tratado de implantar han regresado a la votación tradicional. No hay país democrático que las utilice y sus pruebas nunca son suficientes para comprobar que en el desarrollo de la jornada electoral puedan ser confiables.
Ahora, los consejeros electorales, encabezados por Lorenzo Córdova Vianello, insisten en imponer estas urnas de inmediato, es decir en las elecciones de Hidalgo y Coahuila, donde se disputarán las 84 presidencias municipales y el Congreso local.
Es decir, quieren hacer un ensayo general para el 2021, en septiembre que se lleven a cabo los comicios correspondientes a ese año. Y así imponer su santa voluntad en 2021, derrotando a Morena y ganando la mayoría parlamentaria una oposición que todavía no se organiza para competir legalmente en las urnas.
La obsesiva insistencia de los consejeros electorales muestra un interés personal, que va más allá de sus originales atribuciones como para creer en la certeza del árbitro electoral.
La relación del PAN con los consejeros electorales, principalmente con Lorenzo Córdova, mostrado en fotos en diferentes restaurantes con Felipe Calderón, es innegable. Pero ahí no termina todo, sino que la empresa que elabora las urnas electorales, Scitum, se dice que tiene como socio a Hildebrando Zavala, hermano de Margarita Zavala, motivo por el cual la falta de credibilidad de las urnas electrónicas ya empezó, aunque la empresa niega cualquier asociación con Zavala.
Esta mezcla de intereses hace que esta posibilidad sea cancelada ante la turbiedad del proceso de imposición, porque su inclusión en el proceso electoral sólo fue decisión de los consejeros electorales, ni siquiera fue determinada en el Consejo General, donde participan los representantes de los partidos políticos con registro.
Los tiempos del INE están rebasados. Hay cuatro consejeros que debieron dejar sus funciones y que no se han ido por causa de la pandemia. El propio presidente consejero alargó mañosamente su permanencia en ese cargo con el pretexto del cambio de nombre que pasó de ser IFE a INE. Por su parte, no hay consejero electoral que no tenga una relación de complicidad con algún partido político.
Ante la necesidad de la derecha por ganar espacios a Morena, y la imposibilidad de obtenerlos de manera legal, las urnas electrónicas llegan a reivindicar el fraude electoral que han permitido los actuales consejeros electorales en más de una ocasión.
Todavía está fresca en la memoria de los mexicanos aquella multa que impuso el INE a Morena por la supuesta triangulación de recursos con el Fideicomiso “Por los demás”, a pesar de que era evidente que no pertenecía al partido, los actuales consejeros electorales reiteraron la multa por 197 millones de pesos. El Tribunal Electoral debió intervenir para darle la razón a Morena, en septiembre de 2018. Los consejeros para evitar mayor ridículo, que acusa complicidad con la oposición, argumentaron que ninguno de los 11 consejeros electorales había leído completo los motivos de la multa.
Luego viene el enfrentamiento abierto con el gobierno federal, léase el presidente de la república, por intentar reducirles el salario a los consejeros a la cuarta parte, de tal manera que ganaran menos que el Ejecutivo Federal. A partir de ahí, el propio Córdova Vianello no desperdició foro para cuestionar las políticas de la 4T, debiendo ser un árbitro imparcial. Esto hizo que no sólo los consejeros electorales sino el propio INE perdieran credibilidad ante la población, porque se colocaron innecesariamente del lado de la oposición.
Los consejeros electorales no resistieron la tentación de tratar de regresar el tiempo y pugnar por el pasado, lo cual les deja muchos dividendos en lo personal, y al manifestarse abiertamente contra el gobierno federal pierden credibilidad incluso entre los propios conservadores.
Los cuatro consejeros que debieron irse no muestran ningún rubor ni ninguna prisa por dejar el cargo, restándole importancia a la investidura que representa ser consejero electoral. La única trascendencia de su puesto la entienden en términos económicos y la defensa de la democracia es simplemente un membrete que les ha quedado muy grande a todos ellos, principalmente al presidente consejero electoral, uno de los más cuestionados desde 1990 cuando se constituyó el IFE.
La imposición de las urnas electrónicas se convierte en un intento desesperado por favorecer a una derecha que ya no quieren los mexicanos. Saben que la manipulación de los algoritmos en las urnas electrónicas puede restar no sólo votos a Morena, sino curules en el Legislativo.
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