Petróleos Mexicanos (Pemex) y las autoridades del sector energético van a enfrentar un problema serio a partir de 2020: ¿qué hacer con el combustóleo que producen las refinerías que opera la petrolera?
La entrada en vigor de las nuevas reglas de la Organización Marítima Internacional (IMO 2020, por sus siglas en inglés) que prohíben a las embarcaciones usar combustóleos con alto contenido de azufre (mayor a 0.5%) afectará no sólo la producción nacional, sino su comercialización en el mercado interno, así como la exportación.Ads by scrollerads.com
El producto de Pemex no sólo supera los estándares de esta regulación, sino que nadie va a querer comprarlo mientras contenga un porcentaje igual o superior de 3% de contenido de azufre.
Además, al tratar de exportarlo se corre el riesgo de que el país que lo reciba sancione a Pemex por su mala calidad, considerando que la aplicación de la nueva norma quedará en manos de los Estados que forman parte de la IMO.
La disposición establece que el nuevo límite mundial de azufre es de 0.5% masa/masa, contra el límite actual de 3.50%. La fecha de implementación no puede ser postergada, ya que fue pactada por los Estados miembros en 2008.
De hecho, la aplicación de la norma ha tenido un proceso gradual para el que México no se preparó en el sexenio pasado: contenido de 4.5% de azufre antes de enero de 2012, 3.5% al iniciar 2012, y 0.5% del 1 de enero de 2020 en adelante.
El problema para Pemex se agrava porque a partir de la estrategia de aumentar la elaboración de petrolíferos en las seis refinerías que opera, elevando la capacidad de procesamiento del Sistema Nacional de Refinación para cubrir hasta 95% de la demanda con producto nacional, se incrementará la elaboración de combustóleo.
El Programa de Producción de Petrolíferos de Pemex para los siguientes años, cuya copia posee EL UNIVERSAL, muestra que la producción de combustóleo se va incrementar 45.7% entre 2020 y 2023, al pasar de 164 mil a 239 mil barriles diarios en promedio.
De hecho, en los primeros dos años de la aplicación de la nueva norma el segundo producto en importancia que se obtendrá con el procesamiento de petróleo crudo será el combustóleo, y hasta 2023 será el cuarto en importancia.
Esto significa que por cada barril de crudo procesado en el periodo 2020-2022, 21% de lo que se obtenga será combustóleo, y hasta después de 2023 será 11.3%.
Actualmente, Pemex exporta 63.5 mil barriles diarios en promedio, menos de la mitad de la producción nacional, volumen que está en riesgo porque los mercados globales van a ser más exigentes con el contenido de azufre. Esta situación seguirá impactando a la baja en el precio del producto.
El ingreso de divisas que el combustóleo le dejó al país en los últimos cinco años es ligeramente superior a mil 800 millones de dólares anuales en promedio.
Esta situación va a obligar a México a disponer de un volumen excedente sin precedentes y a utilizarlo internamente. Una opción es que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) lo use de manera intensiva en la generación de energía eléctrica, manejando dispositivos tecnológicos que eliminan las emisiones contaminantes y que se han empleado exitosamente por más de 10 años en las centrales de Punta Prieta en La Paz, Baja California Sur, y Mazatlán, Sinaloa, mediante el uso del Sistema de Control de Emisiones a la Atmósfera (SCEA) para solucionar la contaminación ambiental que se produce durante el proceso de quema del combustóleo.
En México operan 20 centrales termoeléctricas, de las cuales las más importantes son la de Tuxpan, en Veracruz, con una capacidad de generación de 2 mil megawatts (MW); la de Tula, Hidalgo, que produce mil 546 MW; seguida de la de Manzanillo, con mil 200 MW, lo que significa que para usar el excedente de combustóleo nacional en las centrales se tendría que replicar el uso del SCEA.
De acuerdo con estudios de la CFE, el empleo de combustóleo en las termoeléctricas convencionales es atractivo en términos de costos: las centrales están amortizadas y sólo requieren inversiones en mantenimiento y un nuevo control ambiental SCEA y este cuesta menos que una central nueva.
Fuente EL UNIVERSAL
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