El Día Mundial de la Lucha contra el sida, que se conmemora cada 1º de diciembre a nivel mundial, es un momento para recordar el progreso logrado en dar respuesta integral al VIH/sida, pero también para difundir cuánto queda por hacer para combatir una epidemia responsable de 770.000 muertes y 1,7 millones de nuevas infecciones por VIH solo en 2018.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el VIH como una infección que deteriora progresivamente el sistema inmunitario, alterando o anulando su función de combatir infecciones y enfermedades. El término sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se utiliza en casos avanzados de VIH, dados por la aparición de una o varias infecciones o cánceres relacionados.
Un reto para desterrar esta llamada epidemia, es el financiamiento del Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la Tuberculosis y la Malaria, un desafío que deberán encarar todos los países en forma conjunta en el corto plazo y una demanda que se hace año tras año en el llamado a los líderes mundiales a que “cumplan la promesa” de lograr un mundo sin sida.
Según las estimaciones de ONUSIDA, hay casi 38 millones de personas en el mundo que viven con VIH. De ellas, el 51% son mujeres. Gracias a los esfuerzos de la medicina, a través de los más de 35 años de esta pandemia, se ha logrado bajar la mortalidad, y cada vez que hay más gente que recibe su tratamiento: más de 24 millones de pacientes obtienen terapia antirretroviral (ARV). Esto se traduce en un aumento significativo si se compara con los datos de la misma organización de hace nueve años, cuando aproximadamente 7 millones de personas accedían al tratamiento que les salvó la vida.
Pero en América Latina y el Caribe existe un retraso notable en las metas 90-90-90, comprometidas para 2020, que planteaban que 90% de todas las personas con VIH debería conocer que viven con el virus, de ellas, 90% deberían estar en tratamiento con antrirretrovirales y 90% deberían estar indetectables.
En un escenario optimista, de acuerdo con análisis de Onusida, los países han logrado que solo el 79% de las personas con VIH conozcan su estado serológico y de ellas 61% reciba tratamiento. Apenas la mitad de todas las personas que viven con el virus en toda la región estaría indetectable (53%).
Si bien el acceso a antirretrovirales se ha multiplicado y también es notorio el estancamiento del número de decesos en la region, los datos regionales oficiales proporcionados por Onusida estiman que cerca de 50 mil muertes ocurren en América Latina y el Caribe que serían prevenibles con diagnósticos tempranos y acceso a servicios de salud sin discriminación.
Con estos números en la región, es difícil que todos los países que se comprometieron ante las Naciones Unidas a acabar con la epidemia del sida en 2030, puedan lograrlo.
“Además del compromiso 90-90-90 para 2020, los países de la region firmamos dos compromisos más: en 2015 en Río para impulsar la prevención combinada y acabar con el estigma y la discriminación; y en 2017 en Puerto Príncipe para hallar financiamiento. Los compromisos son muchos, ahora se debe cumplir”, manifestó Miguel Pedrola, Director Científico para América Latina y el Caribe de AHF.
Hoy, terminar con el VIH es posible. Si el 90% de las personas con VIH conociera su diagnóstico, el 90% de ellas accediera al tratamiento y el 90% de ellas mantuviera su carga viral indetectable, sería posible controlar la epidemia de VIH/sida en 10 años. Pero esto difícilmente podrá concretarse si, además de garantizar el acceso al tratamiento y estudios de carga viral, no incorporamos una herramienta fundamental: la PrEP o profilaxis pre-exposición, que ha demostrado su eficacia al reducir la posibilidad de contraer la infección por parte de las poblaciones en mayor riesgo. El desafío es alcanzar a toda la población”, destacó el doctor Pedro Cahn, Director Científico de Fundación Huésped.
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