OPINION // DRA. CLAUDIA VIVEROS LORENZO// SIN MEDIAS TINTAS.
La noche del pasado viernes 16 de agosto, ha sido testigo de la protesta más violenta en 32 años en Ciudad de México, dicen unos. Consecuencia de años de miedo, de rabia, contra actos de abuso y acoso sexual, de feminicidios sin resolver, de maltrato contra la mujer. Las posturas y opiniones estan divididas y polarizadas. Nadie tiene la razón absoluta de nada.
Lo importante sí, es que se sentó un precedente, que el mensaje de hartazgo llegó, y si hubo consecuencias, destrozos, heridos, pues… nunca ha habido revoluciones completamente blancas, aunque si hay que reconocer que muchas veces las manifestaciones pacíficas pueden ser tomadas con poca seriedad, hay finos extremos que con inteligencia y menos barbarie se pueden y se deben, no cruzar. Porque al hacerlo nos colocamos al nivel de lo que estamos tratando de erradicar y podrían algunas enfundarse ese término tan mal empleado como el de “femeninazi”, el cual es un intento desesperado por demonizar a todas aquellas mujeres que buscamos y anhelamos una sociedad justa, libre, en la que podamos sentirnos seguras.
Simone de Beauvoir definió el feminismo en 1963 como una manera de vivir individualmente y una manera de luchar colectivamente. El ser humano no es una “esencia” fija, sino una “existencia” un proyecto con trascendencia y autonomía que debería tener libertar y que no puede escamotearse, por pertenecer a un determinado sexo.
Hemos vivido hasta ahora 2019 años dentro de una sociedad “moderna” machista. Pintar paredes, destruir, escandalizar, demostrar el hartazgo no lo va a cambiar de la noche a la mañana. Se va a hacer notar, sí, pero esto va mucho más allá que dañar un monumento o herir a un prójimo. Estoy tratando de ser lo más cuidadosa para que no se me mal entienda, la manifestación es correcta, pero debemos encauzarla con inteligencia. Se que los impulsos nos hacen explotar, pero si analizamos la postura de Beauvoir y nos centramos en existencia, necesitamos como género reconsiderar como la estamos llevando y de que manera estamos logrando trascender.
Por desgracia, nuestro género no es solidario y creo que ese pequeño gran detalle, que tenemos incluso detectado, es el peor de nuestros males como mujeres. En eso, los hombres nos ganan. Nosotras nos despedazamos entre nosotras, y por eso, solo por eso, no avanzamos. El día que seamos solidarias con nuestro género, nos reconozcamos, nos valoremos, nos entendamos y nos respetemos, entonces tomaremos el lugar que necesitamos en este “juego”. Nuestro rol no tiene que ser igual al de un hombre, somos distintos, con características particulares, las cuales nos hacen especiales tanto a ellos como a nosotras. Esas características debemos llevarlas con la autonomía suficiente para ser libres en pleno derecho y en plena responsabilidad. Entonces educaremos a las próximas generaciones con cimientos de igualdad y respeto, más claros.
No es fácil romper moldes, pero debemos empezar desde casa. Inseguros vivimos todos. Necesitamos no seguir creando delincuentes. No necesitamos más machos, pero tampoco más “machas”. Y es que por desgracia un gran número de mujeres se quejan de lo que ellas también son. ¿Críticas a una mujer por su vida sexual, por como se viste, por el trabajo rudo que tiene, por su libertad a escoger si quiere o no quiere tener hijos, por su derecho a decir NO, ante las presiones sociales como los estándares de belleza o por su manera de conducirse? Entonces eres una “macha”.
La mujer da vida. NO queremos que nos las quiten, no queremos más violencia, pero no podemos seguirla generando, Estamos hartas sí, pero le suplico que se comporte como una Mujer de verdad, de esas que dan miedo, pero no por pegar o pintar un monumento, sino por su inteligencia, por su derecho y valor para ser feliz y cambiar rumbos, por su libertad a decidir sobre ella misma, por educar hijos en libertad, por su propio Valor de llevar una vida sin tabúes. El hashtag de este fin fue #NoMeCuidanMeViolan yo lo cambiaría por #YoMeCuido. Simple.