Hallazgos para conmoverse: ¿qué sienten los perros antes de morir?

Cuando hablamos de cómo se percibe la muerte, y más aún, nos preguntamos cómo será percibida por otros, quizá no exista mejor vía para entenderla que la empatía, un arte cognitivo que nos permite reconectar con los otros. Y, ¿por qué no? Incluso con los animales.

Si alguien conoce de empatía para con los animales son los veterinarios. Por eso, a través de sus experiencias al sacrificar canes enfermos podemos saber qué sienten los perros antes de morir.

Un ejemplo de lo anterior está en la respuesta que un veterinario dio a su clienta cuando ésta le preguntó qué es lo más difícil de su trabajo. La usuaria publicó en Twitter la respuesta del veterinario, para hacer conciencia al respecto:

«Le pregunté a mi veterinario cuál era la parte más difícil de su trabajo y me dijo que, cuando tenía que sacrificar un animal, el 90% de los propietarios no querían estar en la habitación cuando los inyectaba. Los últimos momentos del animal suelen ser frenéticos y miran a su alrededor para buscar a sus dueños«.

Tras el éxito de este tuit, un hospital veterinario en Sudáfrica buscó hacer conciencia sobre lo que sienten los perros antes de morir y la importancia de estar a su lado en los momentos finales. En su cuenta de Facebook replicaron la publicación de uno de sus veterinarios, quien con sus palabras busca evitar que la gente abandone a sus perros cuando serán sacrificados.

Según este especialista, los perros “buscan en cada rostro a la persona amada”, y no entienden por qué su dueño no está. Por eso, insiste:

«No seas cobarde sólo porque crees que es demasiado difícil para ti. Imagínate lo que sienten cuando los dejas en su momento más vulnerable y las personas como yo tienen que hacer todo lo posible cada vez para consolarlos, hacerlos estar menos asustados e intentar explicar por qué simplemente no pudiste quedarte«.

Así que, hablando de empatía, parece que los dueños tenemos que afrontar la dolorosa situación de sacrificar a nuestro perro, pero no sólo con la decisión de hacerlo, sino llegando hasta el final: no dejándolo solo en sus últimos momentos.

Porque los perros, antes de morir, sienten miedo, incertidumbre y desasosiego, como nosotros

Puede sonar a una cuestión existencial preguntarnos si los perros entienden que van a morir. Pero en verdad, la empatía es la mejor herramienta para comprender este proceso en ellos; porque si nos preguntamos si entienden la muerte en el sentido de razonarla, la respuesta será inobjetable: sabido es que los perros no razonan como nosotros.

No obstante, sí sienten. Y algunos de sus instintos cognitivos, como el del presentimiento o la intuición, son mucho más fuertes en ellos que en nosotros –y eso nos dice mucho de su conducta–. Tal cosa la saben bien los veterinarios como Jennifer Coates, quien en su experiencia ha podido constatar que los perros –y otros animales– tienen una peculiar comprensión de las situaciones que involucran la muerte, ya sea propia o ajena:

«En una ocasión sedé al perro de la familia y coloqué un catéter intravenoso a través del cual iba a administrar la última inyección de solución de eutanasia. Hasta este punto, el gato de la familia se había mantenido alejado. Pero justo cuando comencé a administrar la inyección, caminó a mi lado, se tumbó y puso gentilmente su pata sobre la pierna de su amigo como para decir: “No te preocupes, estoy aquí contigo”.

Lo que es seguro –y precioso– es que un perro, antes de morir, siente un inmenso amor.

Un perro es capaz de presentir lo que ocurrirá, y por eso quiere estar con su dueño –su amigo– antes de irse. Las experiencias de la mayoría de los que han acompañado a su perro en este proceso así lo constatan, como algunas recopiladas en el portal Quora, donde algunos dueños respondieron a la pregunta de qué sienten los perros antes de morir:

No estaba en la India cuando Bugs murió […] Después del entierro […] finalmente mi hermano le preguntó a mamá: “Ma, ¿qué estaba haciendo Bugs antes de morir?”. Lágrimas bajaron por sus mejillas. En una voz de obvio dolor, ella dijo: Él dejó de comer. Le di todo lo que le gustaría, pero nada funcionó. Me hizo un gesto hacia el árbol: salí y me senté ahí. Cuando me vio allí, dio un pequeño ladrido, saltó juguetonamente y se durmió. Nunca se despertó”, concluyó.

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Ese era el árbol bajo el cual mamá lo encontró hace 10 años.

¿Estaba diciendo gracias, quizá? ¿O te amo? ¿O era sólo una danza de alegría? En verdad no lo sé.

— Jedidiah Benhur Margoschis Wisely, English Instructor (2012-present) Answered May 12, 2018

«Honestamente, es diferente para cada perro, justo como es diferente para cada persona«.

«He estado allí, en el final de tres perros de la familia que murieron de enfermedades. […] Ninguno de mis perros intentó irse y estar solo cuando se estaban muriendo. Siempre quisieron estar con nosotros (especialmente yo). Layla no era diferente, por eso pasamos la última noche en el piso de la cocina con ella. No podía pararse, pero si salía de la habitación, intentaría arrastrarse para seguirme«.

Con los tres perros cuyas muertes presencié, sus cuerpos comenzaron a cerrarse, pero continuaron manteniendo la voluntad de vivir y el amor que sienten por sus familias. Al final, sus cuerpos les fallan y parece que ya no están al tanto de nada. Nunca tuve un perro que se fue solo a morir, o que se fue fácilmente o mientras dormía. Siempre fue desgarrador, pero me alegré de que estuvieran rodeados de amor cuando fueron«.

—Alicia Bayer, B.A. Creative Writing in English & Women’s Studies, University of Kentucky (1992) 

«¡Esto es un poco difícil para mí! Pero aun así intentaré responder a qué siente un perro antes de morir:

Ese es Tuffy, el tontito que bendijo mi vida mientras estaba vivo, ¡pero me dejó desolado y deprimido cuando cruzó!

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Nos bendijo con su presencia durante aproximadamente 12 años. Había desarrollado próstata agrandada que condujo a la infección del tracto urinario (ITU). Debido a esta condición médica no pudo orinar, y se sometió a una gran cantidad de procedimientos médicos durante un período de tiempo, pero su estado se deterioró, lo que condujo a una falla orgánica múltiple.

En su último día vagó por todos los rincones de nuestra casa frenéticamente, en cada esquina donde adoraba pasar el rato. Parecía como si supiera que su tiempo se había acabado, y estaba tratando de transmitirnos lo mismo. En sus momentos finales estaba en mis brazos, sangrando un poco de su boca, jadeando por sus últimas respiraciones antes de que nos dejara por la eternidad. Murió en mis brazos y mi vida no ha sido la misma desde entonces».

Fuente ECOOSFERA

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