Franklin Anchahua Herrera es uno de los múltiples casos. En entrevista con Infobae, detalla que el trato de héroes dado a los sobrevivientes residentes no es igual para los indocumentados 20 años después
El 11 de septiembre de 2021 las imágenes de caos y confusión llegaron a todo el planeta, todo el que tuviera acceso a una televisión pudo ver cómo eran impactadas las Torres Gemelas de Nueva York, todo aquel que lo vio se unió a la preocupación de las miles de víctimas mortales que se encontraban en la zona.
En esos momentos la solidaridad de los habitantes de Estados Unidos se unió como nunca antes, la prioridad era rescatar a los sobrevivientes, ayudar a los heridos y posteriormente limpiar el área del siniestro. Como la esencia misma del país, había gran diversidad y multiculturalidad en todos los que se involucraron estas labores, nadie cuestionó ni condicionó la ayuda, sin embargo algunos pasaron a la historia como héroes y otros, los indocumentados, apenas han sido reconocidos 20 años después.
Una de estas historias es la de Franklin Anchahua Herrera, un peruano que llegó a vivir a Nueva York en abril de 2020 junto a su padre. No lo sabía entonces pero 20 años después también tendría secuelas físicas y psicológicas tras el atentado, debido a que participó en la limpieza del área en condiciones sanitarias marginales, tiene asma, reflujo severo (que lo hace vomitar constantemente) y ansiedad, como relató a Infobae.
El día de la tragedia se encontraba camino a una trabajo de pintura junto con su empleador -una labor ocasional debido a su estatus como inmigrante- cuando vieron en las calles el caos, sin embargo pensaron que sólo era un incendio.
Cuando llegaron al departamento del hombre que los contrató vieron por televisión lo ocurrido, se impactaron pero comenzaron a trabajar, no podían darse el lujo de estar como espectadores, necesitaban el dinero, fue hasta la noche al llegar a sus hogares que se dieron cuenta que se trataba de un ataque terrorista y la magnitud de la tragedia.
Los días siguientes, un amigo suyo le comentó que una empresa contratista estaba necesitando mucho personal para limpiar la zona de desastre y Frankiln acudió en lo que pensó que era una buena oferta laboral además de ayudar a la reconstrucción de la ciudad donde radicaba.
Contratados informalmente por empresas de limpieza, quitaron escombros, asbesto y polvo dentro de los edificios de Manhattan durante meses sin el equipo de protección adecuado.
Estuvo trabajando dos meses enteros en la Zona Cero, limpiando la intensa capa de polvo tóxico que cubrió la Iglesia Trinity. Cuenta que lo hizo en turnos de 12 horas por 90 dólares, desde el 18 de septiembre al 18 de noviembre del 2001. Recuerda que sólo les dieron como protección una simple mascarilla que usaban hasta por tres días que ya estaba negra de tanta concentración de polvo.
“Nos dimos cuenta que los bomberos sí tenían equipo de protección adecuada, uniformes, caretas y mascarillas, pero no podíamos condicionar nuestro trabajo, lo necesitábamos. Comíamos lo que podíamos, llenos de ese polvo tóxico”, dijo a Infobae.
Tres años después comenzaron sus problemas de reflujo estomacal, trató su acidez con hierbas que su madre le enviaba desde Perú. Tuvo que evitar los programas de salud disponibles porque vive ilegalmente en los Estados Unidos y temía la deportación. Hasta que el malestar fue demasiado.
“Pero los problemas se intensificaron, se añadieron los síntomas respiratorios que se fueron agravando y se convirtieron en asma, además de la hinchazón dolorosa del estómago, necesitaba tratamiento médico, un especialista“, dijo Anchahua, que actualmente tiene 50 años, quien buscó atención por primera vez en el Hospital Bellevue en 2011.
Él y otros inmigrantes, en su mayoría trabajadores de limpieza de habla hispana, han pedido durante mucho tiempo obtener un estatus migratorio legal en los EEUU como una forma de compensar el trabajo y los problemas de salud posteriores que sufrieron después de los ataques.
“En ese momento no lo sabíamos pero teníamos que limpiar restos de asbesto y polvo y ahora tengo miedo de que además de los problemas que ya tengo pueda desarrollar cáncer, dos amigos cercanos de los que trabajaron conmigo ahí desarrollaron cáncer después de eso, uno de estómago y otra amiga de senos”, relató.
Pero tras todo este tiempo solo varias decenas siguen participando en las protestas y haciendo la solicitud, mientras que otros han abandonado esa lucha.
Hace unos cuatro años Anchahua recibió unos 52.000 dólares por daños y perjuicios tras presentar un reclamo contra la empresa de limpieza para la que trabajó en 2001.
El año pasado se fue a Perú a ayudar a su madre anciana, que padece cáncer y a un hermano enfermo de SIDA. Decidió, sin embargo, regresar a Nueva York este año después de no encontrar empleo en su país y querer seguir con su tratamiento médico en Nueva York. Solicitó una visa humanitaria al gobierno estadounidense, que le fue denegada. Cruzó entonces la frontera entre México y Estados Unidos ilegalmente el mes pasado, lo logró en su tercer intento.
Fuente Infobae México