La creciente crisis de coronavirus en las cárceles ha causado alarma entre activistas y legisladores de Estados Unidos.
Michael Fleming no pudo despedirse de su padre. No sabía que estaba desfalleciendo conectado a un respirador luego de ser diagnosticado con coronavirus en la prisión federal en la que cumplía su sentencia por un cargo de drogas.
Su padre, también de nombre Michael, estaba detenido en una prisión federal de Los Ángeles y falleció el 19 de abril. Por lo menos la mitad de los reclusos allí han dado positivo al virus, y se ha convertido en el brote infeccioso más grande que se conoce dentro del sistema penitenciario federal. Pero la primera noticia que la familia recibió sobre la enfermedad del padre fue cuando falleció, por parte del capellán de la prisión que preguntó si el cuerpo debería ser incinerado y a dónde debían enviar las cenizas.
“Simplemente no nos dieron información”, dijo Fleming en una entrevista con la agencia AP. “Tuvimos que averiguar en las noticias cuál fue la causa real de la muerte”.
La respuesta de la Agencia Federal de Prisiones a la creciente crisis de coronavirus en las cárceles ha causado alarma entre activistas y legisladores sobre si la agencia está haciendo lo suficiente para garantizar la seguridad de los aproximadamente 150 mil reclusos que cumplen una condena en instalaciones federales.
Pese a que las autoridades han dicho que las tasas de contagios y muertes dentro de las prisiones son menores respecto a las del resto del país, nuevas cifras proporcionadas por la Agencia Federal de Prisiones mostraron que de 2 mil 700 pruebas realizadas en todo el sistema, casi 2 mil han arrojado resultados positivos (más del 70 por ciento), dando a entender que hay muchos más casos de COVID-19 que no se han detectado.
Al mismo tiempo, las políticas de comunicación de la Agencia Federal de Prisiones dejan a las familias sin información sobre la condición potencialmente mortal de sus familiares.
Fleming, de 59 años, cumplía una condena de 20 años por un cargo de asociación delictuosa relacionada con drogas ilegales. La agencia no notificó a la familia de Fleming cuando fue trasladado al hospital o cuando empeoró su estado.
“Tener la oportunidad de despedirme, eso hubiera sido invaluable”, comentó su hijo. “Nunca tendremos esa oportunidad”.
De acuerdo con las políticas de la Agencia Federal de Prisiones, la entidad debe notificar “rápidamente” a los familiares de reclusos que padecen enfermedades graves. Pero la agencia, que confirmó que la familia no fue notificada en un principio, tiene “discreción sobre cuándo hace las notificaciones”, de acuerdo con una portavoz.
Funcionarios carcelarios señalaron que están haciendo lo mejor que pueden en circunstancias extremas y que siguen las directrices elaboradas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Hasta este miércoles, 31 reclusos, incluido Fleming, habían fallecido a causa del coronavirus en centros penitenciarios federales desde finales de marzo. Alrededor de 600 se han recuperado.
Fuente EL FINANCIERO